viernes, 10 de abril de 2009

Hollín de cerca

¿Para qué se escribe si cualquiera puede cocinar?
O quizá ésa es la idea.
Who knows?, diría mi otra yo
en uno de sus múltiples arranques de ambigüedad
Pero what's the freaking point?
dice mi otra otra yo,
no le respondo porque siento la bala escapándose por la culata.
Y la carencia de palabras
y la marejada de ritmos
no hay con qué me distraiga
no hay cigarros ni música ni mariguana
simplemente necesito una
muy decente o muy patética
rima.
Medianoche inquisitiva
preferiría estar bailando en cualquier
lugar de la ciudad
¿o no?
Una vez más, ¿para qué?
si en eso tampoco hay panteón
ni en nada de lo que digo
hago
escribo
juego
pienso
siento
todo ya lo hizo alguien más
y si no, está aprendiendo
para llenar el vacío que dejarían mis serenatas
si tuvieran, qué digo, la menor importancia.
Pero quejarse tampoco gana
nadie pierde
no hay árbitro vendido
ni azar culpable
porque a lo peor no nos hacemos responsables
pero que se tire el primer pecador
porque a todos nos sobran las piedras.
María Magdalena
ya llegará quién a desdeñar
este pedazo de hoja
que ni es hoja porque no existe
es pura virtualidad
virtuosa y compacta
vital
tan imprescindible como para cada quien
su propia obsesión
(la más torcida y reventada).
Diez minutos se convierten en clics
en tests
en seltz
en soda
en tijeritas de punta redonda
de ésas con las que nadie intentaría suicidarse
excepto si de verdad no quiere que lo maten
y un lápiz de cera
me observa
me acusa
me tienta
pero así sin más repito
porque es la duda que me aqueja
la espina enterrada 
la vena seca
cogiéndome por sorpresa...
¿Para qué cocino,
si el propósito original era
justamente
repartir por la tierra cerillos
para que enciendan la estufa?

1 comentario:

Jorge Tirzo dijo...

Ese final me recuerda aquello de "Prender el boiler y no meterse a bañar" =P jajajaja... interprétalo como quieras!