domingo, 30 de diciembre de 2007

Yannis Ritsos

Les dejo estas traducciones de dos poemas de Yannis Ritsos que encontré en internet (ojalá tuviera un libro a la mano, pero no... ni en la biblioteca del tec existe algo de él...). Si en alguien existe la curiosidad de de donde saqué a éste autor, fue de una clase de poesía a la que me colé cuando fui alumno de Literatura por un día, en mayo.

Ya el martes será un nuevo año.
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Anoche los niños no durmieron. Habían encerrado un montón de cigarras en la cajita de los lápices y las cigarras cantaban bajo sus almohadas una canción que los niños conocían desde siempre, pero que olvidaban al despuntar el día.

Ranas doradas, sentadas en la punta de sus patitas y sin ver sus sombras en las aguas, semejaban pequeñas esculturas de la soledad y el sosiego.

En ese momento la luna tropezó con los chopos y cayó en la espesa hierba.

Hubo un gran susurro entre las hojas.

Corrieron los niños, tomaron con sus manos regordetas la luna y toda la noche jugaron en el campo.

Ahora sus manos son doradas, sus pies dorados y en lugar de huellas dejan lunas pequeñitas sobre la tierra húmeda.

Pero afortunadamente, los adultos que saben mucho no ven demasiado.

Sólo las madres sospecharon algo.

Por eso los niños esconden sus doradas manitas en los bolsillos vacíos, para que su mamá no los regañe por haber jugado en secreto toda la noche con la luna.



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El mundo se llenó de flores y de pájaros.

Y el campo repiquetea con sus alegres voces.

Cencerros en las gargantas de los burros.

Cencerros en las orejas del sol.

Cencerros en la punta de las hojas.

Cencerros en las trenzas de las niñas.

Todo baila en la luz y repiquetea.

Aun el abuelo salió al sol a tejer con verdes ramas pequeños canastos para recoger madroños y huevos de paloma.


Del globo terráqueo que el maestro tenía para su clase de geografía hicimos una pelota y la hacemos rodar por el verde campo salpicado de flores de manzanilla.

Por la noche subimos a escondidas hasta el cementerio de la aldea, tomamos varios cráneos vacíos y los llenamos de hierba y de flores.

En las desocupadas cuencas colocamos dos rosas.

Ahora todo es luminoso y rosáceo.

Desde hace tiempo sabíamos que pronto llegaría el verano, aunque el calendario aún no lo dijera.



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http://luisamr.blogspot.com/2007/06/dos-poemas-de-yannis-ritsos-y-una-glosa.html
http://atlasdepoesia.blogcindario.com/2006/04/00084-poemas-de-yannis-ritsos.html

3 comentarios:

Ethne dijo...

Finalmente lo he leído :) me alegro de haber escuchado tu consejo.
Me parece muy dulce su poesía, muy nostálgica a la vez. Las rosas en las cuencas vacías y las manos de los niños en los bolsillos vacíos me resultaron conmovedoras de muy diversas maneras.
Gracias por subirlos.

Jose Toral dijo...

Gracias, hay que bombardearnos de poesía de todas partes, y más de los griegos de la izquierda jaja.
El primer poema me recodó a hace muuucho tiempo, a los recónditos libros de lectura de la CONAFE. En algún lugar de esos librillos existían historias muy similares, sobre niños cantando y jugando en la noche, conviertiéndola en una velada linda más que en una simple velada y mezclando la imaginación pueril con el mundo aterciopelado.
El segundo se me hace sumamente simbólico por los cráneos y demás cosillas regadas, aunque creo que el "verano" apaga un poco el fuego del verso. A riesgo del odio de los chopah aquí presentes, a mi me hizo sentir bien.

Anónimo dijo...

Hay un libro publicado en 2007 en el Fondo de Cultura Económica que contiene una selección de Ritsos, entre otras, este poema. Lo encuentras fácilmente en las librerías del Fondo -ya sea la Rosario Castellanos o la Octavio Paz-. Saludos.

Jesús Salazar
salazar.velasco@gmail.com